jueves, 6 de septiembre de 2012

acuarela dí que sí.

yo  me imagino un patio de colores del tamaño del Parque Centenario.
Lo imagino colmado de la alegría más auténtica, de la risa más entera, del placer ensimismado de un color superpuesto con otro formando la plaga de colores más hermosa que jamás hayas visto.
La estampida de sonidos en el patio de los colores del tamaño del Parque Centenario.
Y los típicos momentos de lluvia que lo arruinan todo, o le dan un valor agregado al patio partido al medio con tanto gris de gotas de lluvia.
Como las que caen dentro de mi cuarto, acá sigue la gotera.
El pedazo de paz que nos queda en el colchón lo conquistamos a las patadas y las piñas de besos pequeños, de comisura de papel de guitarra de videos de fotos de muecas de pecas de dolores de panza de pestañas pintadas y a punto de despintarse.
De polleras y pantalones, de perfumes y sabores.
El todo sobrepuesto a las partes.
La autoconquista del día, el paso lento pero contento, el mirar sin ser mirado como espiando al sol preferido.
La sombra que revela el frío, el revoltijo de épocas del año en un sólo día.
Todas las sensaciones verdes, rojas y amarillas.
la silueta del querer, el relleno del amor.

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